"!Viajeros al tren...! El clavo de oro. 1869"

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​Querido diario:
Como tú bien sabes, tú mejor que nadie, paso muchas horas al día leyendo en el salón de nuestra casa los libros que mi esposo acumula en su estantería. Cada vez que él sale a hacer negocios o a conversar con sus amigos y me quedo sola… la lectura es la mejor de mis compañías y me he aficionado intensamente a ella. En una de las revistas que guarda en la Biblioteca, la revista Museo Universal, una de las que veo consultar a mi esposo con mayor frecuencia, pude conocer que este año, en Estados Unidos se acaba de completar la unión entre la ciudad de Omaha (Nebraska) y Sacramento, uniendo así la línea de ferrocarriles del Este de los EEUU con California, en la costa del Pacífico. Desde que volvió de su viaje a Barcelona, mi esposo sigue muy interesado en todos estos avances y quiere a toda costa continuar realizando fuertes inversiones en este creciente sector.
En este mes de Mayo, precisamente, a raíz de la culminación de esta línea de ferrocarriles que comenzó a principios de esta década, en Utah se ha realizado una celebración a la que se ha llamado “El Clavo de Oro”. Este hecho ha sido la excusa perfecta que ha encontrado mi esposo para viajar hasta Santander, ya que no nos era posible trasladarnos hasta el mismo Utah por falta de tiempo… además de que a mi no acaban de convencerme los viajes tan largos y cansados… Realmente… ¡se tardan meses hasta llegar a ese extremo del mundo!. Nunca he estado ni llegaré a estar en aquellas tierras, creo que no he nacido para viajar. Mi marido, sin embargo, aunque no podamos estar en Utah, estaba igualmente emocionado con la idea de trasladarnos hasta Santander, en el Norte de nuestro país, porque también en aquella ciudad marítima se están produciendo grandes avances en este sentido. Y es que hace tan sólo tres años en que ha concluido la primera línea larga de España que une Santander con Alar del Rey.
Después de preparar el viaje durante una semana (vestidos, sombrillas…), hemos ido hasta allí por mar, en un vapor que ha salido desde San Sebastián. Un viaje que nos ha llevado alrededor de un día para poder contemplar desde cerca estas enormes moles de hierro con una capacidad asombrosa para transportar mercancías y personas a una velocidad nunca vista hasta ahora.
Y allí, junto a estas impresionantes estructuras, hemos realizado nuestro particular homenaje a esta celebración de Utah. Los hombres no paraban de decir entusiasmados que semejante hazaña en la que se ha creado una red de transporte mecánico de escala nacional en EEUU y que ha revolucionado a la población y la economía del Oeste del país, no podíamos dejarla pasar por alto.
En EEUU la ceremonia ha consistido en clavar un clavo de oro, entre un público expectante, justo en el punto de unión entre las dos líneas del Este y del Oeste. Así que nosotros, en un punto cuidadosamente elegido para homenajear con honor estos hechos ilustres, hemos realizado una ceremonia similar con un clavo de oro y un digno martillo de plata. Ha sido hermoso, y ha resultado una ocasión magnífica para encontrarnos con viejos amigos a quienes hacía tiempo que no veíamos. Los hombres no paraban de hablar de estas proezas y de las posibilidades de inversión que se abren para ellos: comercio, industria… incluso viajes. No han parado de contar emocionados que las caravanas de galeras del viejo Oeste comienzan a quedar obsoletas y llega un transporte mucho más moderno lleno de posibilidades.
En la estación de Santander, estaba preparado un tren que realiza un pequeño recorrido que permite hacerse una idea de qué es lo que se siente y lo cómodo que resulta viajar en este transporte. En su interior pudimos escuchar los silbatos de los acomodadores llamando a los …¡viajeros al tren!..., nos hemos asomado a las ventanas de madera a sentir la brisa del viento sobre nuestros rostros, hemos observado el transcurrir de los árboles junto a las vías con tanta rapidez como yo no había visto nunca y, como no… hemos cubierto nuestra nariz cada vez que el viento nos traía el humo de la caldera de la locomotora a vapor.
Con Anna he podido intercambiar impresiones de todas estas novedades… realmente parece que se acerca un nuevo mundo, me decía. En cuanto a EEUU, a las dos nos interesa y nos preocupa la idea de civilizar a todos los salvajes que allí habitan. A Anna, incluso, le gustaría pasar allí algunos años impartiendo educación entre los nativos para contribuir a su integración en la sociedad.
De este viaje a la ciudad de Santander hemos traído varios recuerdos. Entre otros, una vez más, como cada año desde hace tiempo, nos hemos hecho un nuevo daguerrotipo. Mi esposo disfruta como un niño pequeño posando ante la cámara, quieto (hay que mantenerse varios minutos sin mover ni una pestaña), y viendo cómo nuestra imagen queda reflejada en el retrato. A mi me gusta cada vez más, y se me hace menos extraño. Casi todos nuestros amigos se han aficionado a estas nuevas técnicas y muchos tienen una imagen de este tipo en el salón de sus casas… el mundo cambia, sin duda.
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Ahora, pasados unos días desde nuestro regreso, al contemplar nuestro daguerrotipo en la mesilla de la habitación, me parece escuchar de nuevo la voz del acomodador del tren de Santander gritando entusiasmado: ¡Viajeros al tren!
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Recreación/ficción realizada en el circuito de trenes en miniatura de Iraeta (Azpeitia, Guipúzcoa) según una idea original de Aritz Irazusta.
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Agradecimiento especial a Justo Bobadilla por el magnífico reportaje gráfico con el que con el que nos obsequió para esta ocasión.
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Autora del relato: Julia Onaindia con el asesoramiento histórico de Carlos Rilova
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Recreadores: María Bergueral, Carlos Rilova, Aritz Irazusta, Justo Bobadilla, Julia Onaindia.​​​​​​​​​​​​
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